Sin eÑe: La casa de Odalys

La casa de Odalys


He decidido pasar unos días en casa de Odalys, una habanera culona y divertida que conocí hace un par de años cuando vine de viaje a Cuba.
Odalys vive en la calle Amargura 205, en el centro de la Habana Vieja. En su bloque de pisos, destartalado como todos en el centro de la ciudad,  habita una variedad de personajes al más puro estilo “Aquí no hay quien viva”. Los vecinos no sólo comparten escalera, comparten sus vidas, sus penas, sus alegrías y también sus mandaos. El ron y la música siempre están presentes en un día cualquiera, en un día como este:
“Odalyyyyyyyys”, -chillo al más puro estilo cubano desde la calle- “ya estoy aquí”. Decenas de cabezas se asoman para recibirme y Cuqui, un hombre viejo y diminuto, baja para ayudarme con mi mochila, pero no se la pone en la espalda, decide llevarla sobre la cabeza y subir con ella los cinco interminables pisos hasta la casa de Odalys.
“No te preocupes mi amol, Cuqui es un guajiro”, -ríe Odalys al verme-. “Un ¿qué?” -pregunto sorprendida-. Me pega en la espalda y asegura que tengo que aprender muchas nuevas palabras. “Un guajiro es un bruto, un hombre de campo como Cuqui”, -me explica.
Una taza de café aromático me recibe mientras Nené, Vivian, Erislandi y Missael me dan besos y se presentan. Se alegran de saber que he viajado por el mundo y Vivian dice que ojalá su hija, también periodista, tuviera una oportunidad parecida, aunque lo que realmente desea es que algún día pueda tener una computadora y acceso a Internet. “Eso ya sería como un viaje por el mundo”- asegura.
De repente aparece Pirivino, el de los mandaos. Pirivino es mi personaje preferido, un negrito sin dientes que lleva enamorado de Odalys toda la vida, por eso no se despega de ella. Él es el encargado de traer cada día los mandaos, o lo que es lo mismo, los alimentos y productos básicos tales como azúcar, pan, bananas y café. Pirivino es una mezcla de hombre tímido y descarado, así que, por unos minutos, se olvida de su amor hacia Odalys y me propone, con un tono conquistador, enseñarme a bailar salsa. Todos ríen y abuchean a Pirivino, el pobre se pone rojo (aunque por su tono de piel no se aprecie) y sale de la casa sin despedirse.
Erislandi, el marido de Vivian, es un hombre culto que no para de explicar historias y tradiciones de su país. Empieza con la increíble vida del Che y termina con la simbología de la posición de las estatuas ecuestres del Malecón. “Vaya, en unas horas me he sacado un máster en historia cubana”- bromeo-  mi comentario parece gustarle tanto que decide empezar a citar frases célebres de Fidel. Erislandi tiene esa capacidad, tan característica de las mujeres, de enlazar un tema con otro con total facilidad.
Odalys termina de alisarse el pelo con la plancha que le trajo su hija de España y, cansada de tantas historias, pone música reggeton a todo volumen y empieza a  mover su hermoso culo a un ritmo admirable. Me obliga a levantarme y a bailar con ella. Todos se ríen a carcajada al verme bailar como un pato mareao, hasta que aparece mi Salvador, Pirivino llega con nuevos mandaos  y con un regalo para mí. Me ha comprado un refresco y una bolsa de patatas con sabor a cebolla. Son realmente fuertes, pero por Pirivino me las como todas.
La música sigue sonando, Odalys sigue bailando y Vivian y Erislando se retiran para ir a hacerle la cena a su hija. Es entonces cuando Nené, un joven atractivo muy interesado en la cultura española, empieza a interrogarme sobre la fiesta en nuestro país. Me pregunta sobre el precio del alcohol y de las entradas a las discotecas. Su sueño es pasar unas vacaciones en Ibiza, en la famosa discoteca Amnesia. De hecho, le gusta tanto la música electrónica que, tiene un DVD de las noches ibicencas que decide enseñarme. A Odalys le parece bien y sigue bailando a ritmo techno, ella lo baila todo. 
Pirivino se levanta y, sin decir nada otra vez, sale a buscar su mandaopreferido, unos tragos de Havana Club para todos. Vuelve con su mejor sonrisa y prepara unos cubalibres para animar esta fiesta ibicenco-cubana.
Por la puerta del piso de Odalys, siempre abierta, desfila toda la comunidad: nuevas caras, niños guapísimos que bailan como cualquier profesional, gente en pijama y Renni Arrosarena, actor cubano protagonista de “Entre Ciclones” y “Benni Moré”. Le he prometido dedicarle una entrada exclusivamente a su trabajo, pero primero deberé ver sus pelis, que justo ahora me las está pasando en mi disco duro.
De momento, ya conocéis uno de los mayores atractivos de La Habana: la casa de Odalys.

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