Sin eÑe: PN y PP en Buenos Aires

PN y PP en Buenos Aires


Ya he aterrizado en el último destino de esta intensa vuelta al mundo: Buenos Aires.
La ciudad argentina también se presenta intensa, es la capital de Borges, del asado, del tango, de Mafalda, del acento boludo, de Maradona, de Messi y la capital del Libro 2011… ¿intensa o no? Hay tanto por descubrir en esta enorme ciudad latinoamericana, más parecida a cualquier ciudad europea, que mis sensaciones también son intensas, tanto que llegan incluso a ser ambiguas. Por mi cabecita desfilan unos pensamientos contrapuestos que dialogan y discuten entre ellos:
Pensamiento Positivo (PP) con acento argentino: Ché, ¿viste que ciudad más bella? Aprovechá, tal vez no volvés nunca.
Pensamiento Negativo (PN): ¡Pues vaya ánimos me das para ser el positivo! No quiero pensar que no voy a volver nunca… no quiero pensar en dejar de viajar.
PP: ¡Pero vos sos una boluda! No querés pensarlo pero lo estás haciendo… Dejá ya las tonterías, bebéte un vino y bailá un buen tango.
PN: No sé bailar tango.
PP: Pos aprendé, para algo estás acá, acompañame y te enseño…
PN: Eres un pensamiento, no puedes enseñarme a bailar tango. De hecho, ni siquiera eres argentino, no sé que porque hablas así. ¡Lo haces fatal!
PP: Creeme, sos cansina y reaburrida.
En el metro…
PN: ¡Qué gente tan estresada, qué movimientos tan rápidos! De aquí diez días estaré como ellos…
PP: ¿Querés un asado? Seguro que te dará energía.
PN: Demasiado calórico… Estoy a dieta.
PP: Dale, dale… lo que estás es enferma. ¿Desde cuando hacés dieta? No mientas. Ché, de verdá, haceme caso, estás reloca. Ve al museo Malba, empapate de la historia, respirá profundamente, mirá los colores, escuchá la música, comé alfajores, tomá el sol en un parque…
PN: Si tomo el sol, lo echaré más de menos en Barcelona. Allí hace un frío terrible.
PP: Pos comprate un poncho. ¿Que querés que te diga?
PP y PN estuvieron día y medio así, discutiendo inútilmente, perdiendo el tiempo y dejándome, sinceramente, reloca. Pero si hay algo que he aprendido durante el viaje es que siempre aparece un alma bendita, una de esas personas que, caídas del cielo, se cruza en tu camino para ayudarte y darte otra visión, una visión más shandy.
Pollito es un colombiano que lleva cinco años viajando, buscándose la vida y peregrinando por el mundo. Es un sabio (aunque se haga llamar Pollito). Con él compartí un vino tinto de variedad Malbec, riquísimo, y me sentó de maravilla. ¿De qué sirve tener a esos dos locos en la cabeza? Los he despedido (ahora que está tan de moda) y me he puesto las pilas. Pienso aprovechar esta hermosa ciudad como si me fuera la vida en ello. Más que nada, porque si cualquier argentino se entera de que hay un PN desaprovechando la capital más bella (y con más bellos) de América Latina…¡lo re-mata! (o lo re-despide).

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