Hola a todos, os escribo desdeCosta Rica, pero no estoy morena ni llevo bikini. Lluvias torrenciales, corte del suministro eléctrico e imposibilidad de conectarme a Internet han causado mi encierro y aislamiento del mundo en una cabaña en medio de la selva. Lo más interesante que he hecho durante estos días ha sido viciarme, como nunca antes, al Solitario Spider, depilarme varias veces y escuchar música mientras repasaba las fotos de mis anteriores destinos.
Esta mañana un rayo de sol ha levantado mis ánimos y ha puesto fin a este retiro involuntario. ¡Sol! ¡No más lluvias! El paisaje gris y húmedo al que estaba acostumbrada ha pasado a convertirse en verde fluorescente salpicado de rosa, naranja y amarillo. ¡Qué naturaleza tan escandalosa! Por fin puedo empezar a explorar este selvático país deCentroamérica.
Estoy en la provincia de Limón, al extremo oriental del país, muchos me aconsejaron que olvidara San José, su capital. Así que en un trayecto de unas cuatro horas me he plantado en Puerto Viejo de Talamanca, localizado en la costa del Mar Caribe.
Puerto Viejo era antiguamente un pueblo pequeño y tranquilo de pescadores, pero por sus aguas ya no se ven demasiados, las cañas y las redes han dado paso a llamativas tablas de surf, y es que sus olas lo han convertido en un importante destino del surf internacional, especialmente las de Salsa Brava.
Ahora Puerto Viejo es joven y variado. Su mayor atractivo es la combinación de culturas latina, afro- caribeña e indígena. En el pueblo conviven rastas que bailan al ritmo de música reggae, latinos que prefieren el reaggetón y tranquilos indígenas que se conforman con el sonido que la misma naturaleza ofrece, pero todos ellos comparten el mismo lema: “Pura vida”.
“Pura vida” define el estilo costarriqueño. Un ritmo pausado y sin preocupaciones que garantiza disfrutar de la exuberante naturaleza del país. Locales y turistas lo usan para saludarse, responder y despedirse.
Así me despido yo también. Hasta pronto ¡PURA VIDA!