Sin eÑe: A falta de Chichén Itzá, Monte Albán

A falta de Chichén Itzá, Monte Albán


Los famosos restos arqueológicos de Chichén Itzá en la península deYucatán o de Palenque en Chiapas son una visita obligada para los turistas en México. Pero aquí las distancias son enromes y, sinceramente, no me apetece pasar la mayoría de mis días en este maravilloso país metida en un bus. Así que me he decidido por las más cercanas y también apetecibles ruinas de Monte Albán, en el mismo estado de Oaxaca.

La construcción de esta ciudad es todavía un misterio, a pesar de que viejas creencias y varios arqueólogos se lo atribuyen a los olmecas, pobladores de origen desconocido. Pero lo que sí es seguro es queMonte Albán fue reconstruida en el 500a.C por los zapotecos, civilización mesoamericana de la época precolombina. Este grupo levantó templos, palacios, tumbas, sistemas para controlar y almacenar agua, recintos para juegos de pelota* y observatorios astronómicos.
En su época dorada, sobre el 300d.C, la ciudad llegó a tener una población de 35.000 habitantes, mantuvo contacto con los mayas y comerció con ciudades importantes tales como Teotihuacán. Se desconocen los motivos, pero en el año 800d.C la ciudad fue deshabitada hasta su reocupación por los mixtecosen el S.XIII, últimos pobladores de Monte Albán.

El recinto, con una enorme zona ajardinada donde se realizaba el mercado, es impresionante. Unas vistas privilegiadas y un ambiente totalmente relajante y libre te permiten, incluso, hacer un picnic rodeada de piedras milenarias. En Monte Albán estás en contacto con la naturaleza, con la historia y, si subes a las zonas más elevadas, con el Sol, importante deidad mexicana.
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*EL JUEGO DE LA PELOTA
Uno de los recintos más curiosos de Monte Albán  estaba dedicado exclusivamente al juego de la pelota, práctica común en todos los pueblos mesoamericanos que se realizaba también en celebraciones religiosas. Aparentemente cumplía la función de resolver conflictos, rituales e incluso sacrificios humanos.
Golpeando la pelota con la cadera, codos y rodillas los jugadores la hacían pasar de un lado a otro. Los muros inclinados a los lados de la cancha estaban cubiertos con una gruesa mezcla de cal para crear una superficie pulida que hiciera regresar la pelota al campo de juego. Probablemente, el disco de piedra ubicado al centro era la clave para anotar puntos.
La pelota en movimiento representaba las trayectorias de los astros sagrados: Sol, Luna y Venus. El ganador del juego era protegido y aprobado por los dioses, el perdedor, ya os lo podéis imaginar.

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