“Cheater”, una palabra que define a la perfección a muchos vietnamitas. Cheater, en inglés, significa timador y en Asia, en general, hay muchos de ellos, pero Vietnam encabeza el ranking.
Después de soportar la terrible circulación vietnamita, llegó la hora de escapar. El recepcionista de mi hostal me sirvió en bandeja una excursión relajante, apetecible, “económica” y con el paisaje más representativo del país. Un total de dos días y una noche en un “fabuloso” barco. ¡Ouh yeah!
La famosa Bahía de Halong, en la provincia de Quang Nihn (a 3 horas al norte de Hanói), ofrece unas vistas fascinantes. Sus abundantes islas e islotes de roca caliza, que sobresalen del mar, conforman un mundo encantado, un espectáculo kárstico muy similar al que podemos apreciar en la serie de dibujos animados “Dragon Ball”.
Y es que Ha Long significa “Dragón descendente”. Cuenta la leyenda que el Emperador de Jade pidió ayuda a un dragón celestial para evitar una invasión proveniente del mar. El dragón escupió estas extrañas formaciones para hundir a los barcos enemigos. Se dice que el dragón aún vive en el fondo de la Bahía… ¡En vez de dragones, he visto timadores!
Tras un caluroso viaje en furgoneta con tropecientos turistas, y con parada incluida a tienda de souvenirs, llegamos al embarcadero. Fue allí donde nos esperaba lo peor. Supuestamente íbamos a hacer excursiones a distintas islas, comidas, actividades, todo incluido. Un resultado decepcionante, pues cualquier movimiento era sinónimo de dólar, de hecho creo que los vietnamitas no nos ven como personas, para ellos somos apetecibles dólares andantes.
El todo incluido pasó a ser nada incluido. La comida escaseaba y la bebida se debía pagar a parte. El chaleco salvavidas para subir al kayac se convirtió en un elemento imprescindible en alquiler, tickets para entrar a las cuevas… ¡Querían incluso que pagáramos por bañarnos en el mar! Así que, indignados, muchos decidimos quedarnos a bordo.
La tensión acumulada era cada vez mayor, nos sentíamos engañados y eso nos unió. La gota que colmó el vaso llegó cuando el guía intentó vendernos la entrada a un templo por 5 euros, pero un grupo de japoneses se anticipó y vio que el precio en taquilla era de 1 euro. ¡La escena avecinaba un motín!
El guía, con un incomprensible inglés y con gorro de Cowboy, se creía el Sheriff de Halong Bay. En vez de sonrojarse va y se pone gallito. Los pobres japos llamaron a su agencia pero nadie respondió. Tras una larga discusión volvíamos a puerto. Un timo como cualquier otro. Pero esa es la única opción que tienes aquí, todos los operadores trabajan igual. O la tomas o no ves la espectacular Bahía de Halong. Como mínimo, me llevo nuevos amigos. ¡Yan, Raimon, Eddy, Adrià y yo formamos un gran equipo y le plantamos cara al Sheriff y Cheater de Halong!
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