Sin eÑe: Las bolitas de la crisis

Las bolitas de la crisis

La ludopatía en Tokio es escandalosa. Las colas para entrar en las salas de juego pueden compararse con las que se forman en nuestro país para comprar la lotería de Navidad. ¿Por cierto, quedan números?

Hay máquinas para todos los gustos, pero el juego más multitudinario es el Pachinko, existen edificios dedicados exclusivamente a él. Las salas tienen todos los ingredientes necesarios para que el jugador siga anclado a la silla, mirando fijamente a la pantalla: ceniceros, personal a su entera disposición sirviendo bebidas y música a todo volumen.

Algo tan solicitado debe prometer un buen premio, ¿no? Pues lo más curioso de todo es que jugando al Pachinko no conseguirás dinero. Los premios tan ansiados son mecheros, juguetes y llaveros. ¿Apetecibles, verdad? Con un poco de suerte, consiguen cambiar estos objetos por dinero… pero ¿cuánto sacarán por ellos?

Y ¿cómo se juega? Con bolitas plateadas. El jugador cambia sus monedas (yenes) por bolitas que deberá insertar en la máquina. El objetivo es conseguir más bolitas. Existe un regulador que se encarga de girar y expulsar las bolas del centro hacia la parte inferior, pero el jugador debe hacer que caigan en pequeñas puertas que dan acceso a más bolitas. ¡Cuántas más tenga, más posibilidades de mecheros varios! Luego debe ir al mostrador con sus bolitas y canjearlas. Eso es todo.
Este juego se nutre de miles de enfermos que pasan horas y horas delante de esas horribles y ruidosas máquinas, con enormes cestas llenas de bolitas a la espera de un absurdo regalo.
Ahora entiendo la crisis del ahorro en Japón, seguro que las bolitas tienen parte de culpa.

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