El año pasado hice un cursillo de discapacitados físicos. Recuerdo que mi profesor, invidente, aseguraba que una ciudad se muestra moderna y preparada según su accesibilidad e instalaciones para invidentes y otros discapacitados.
Tokio es una ciudad moderna y lo demuestra en sus calles. La mayoría de ellas tienen tres carriles: uno para peatones, otro para ciclistas y uno dedicado a los invidentes. Este último es un pavimento táctil de color amarillo, que ayuda a orientar la dirección de los pasos de las personas invidentes.
Estas bandas están compuestas por líneas rectas, pero al llegar a las intersecciones, estaciones de bus o paso de peatones, las líneas pasan a formar circunferencias.
Los semáforos de la ciudad también disponen de dispositivos que emiten señales acústicas para avisar al invidente cuándo debe cruzar.
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