Sin eÑe: ¡Elige tu isla!

¡Elige tu isla!

A mediados de los años sesenta un país servicial y sonriente acogió a los primeros mochileros occidentales en busca de lo salvaje, lo inexplorado y lo auténtico. Alejados del mundo moderno encontraron un paraíso tranquilo donde poder deleitarse, a un precio más que asequible, en playas de arena blanca y aguas turquesas. Pero cuatro décadas después, el boom turístico ha arrinconado la virginidad de Tailandia, transformándola en resorts de todo tipo para albergar a un turismo desenfrenado y variado.

En la turística Tailandia de hoy, todos pueden encontrar su lugar, incluso su isla: (Koh, en tailandés, significa isla).

Los jóvenes que buscan diversión encuentran su nirvana en Koh Phangan, masivamente ocupada, especialmente los días de luna llena. Gracias a sus comerciales fiestas playeras conocidas como ¨Full Moon Party ¨, en la playa de Hat Rin, la música trance es el alma de la isla. Los amantes del submarinismo prefieren Koh Tao (isla tortuga), pequeña y con un fondo marino espectacular. Koh Samui, la más grande de las tres, acoge un turismo más diverso, ofreciendo desde resorts para bolsillos generosos hasta bungalós a precios extraordinarios. Situada al suroeste del país, encontramos Koh Phi Phi, que le debe toda su fama a la película “La playa” (2000), protagonizada por Leonardo Di Caprio. Esta isla se mantuvo desierta hasta el 2004 y fue a partir de entonces cuando pasó a formar parte, en su totalidad, de un Parque Nacional que, en vez de conservar su hábitat, recalificó e inició una explotación desmesurada. También al suroeste encontramos Phuket, la isla más grande de Tailandia y con un turismo escandaloso. Algo similar a lo que podemos encontrar en Lloret de Mar o Benidorm.
Por cuestión de tiempo tenía claro que mi elección debía centrarse en una de las islas más cercanas a Bangkok, ¿pero cuál?

Sinceramente, me hubiera encantado repetir en Koh Wai, de las pocas que quedan completamente solitarias, sin electricidad a partir de las once de la noche y, por supuesto, sin conexión a Internet. Un pequeño edén, pero tuve que descartarla (¿qué hago sin Internet?). Koh Chang se presentaba también como una opción tentadora. Podría volver a ver a Sticky Rice Blues, un grupo de rock de los 60 que me regaló noches especiales en mi anterior viaje. Aquí podéis ver a mi amigo Jackie, batería del grupo.

Pero las ganas de seguir conociendo, me han llevado a Koh Samet. No dejo de sorprenderme de la cantidad de turismo sexual que hay incluso en temporada baja. La isla está tranquila, con chiringuitos de costa a costa, pero casi vacíos. La mayoría de sus turistas son parejas de gordinflón occidental y guapísima tailandesa con una diferencia de edad abismal. Las tailandesas son tremendamente bellas y femeninas. Tal vez por ello, y por que el Gobierno lo consiente, el turismo sexual sigue siendo una amarga realidad en todo el país.

Un libro ubicado en pleno oasis del turismo sexual en Tailandia es “Plataforma”, de Michael Houellebecq. Este novelista francés describe, con un lenguaje exageradamente brusco, la depravada situación turística en el país.

Para muchos Tailandia es demasiado comercial, pero ¿qué harían sin un chiringuito dónde tomar su cerveza?

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