La palabra crisis proviene del griego (krisis) y significa “separar” o “decidir”. Los griegos ya han decidido, pero el precio que deben pagar para rescatar al país de la crisis económica es alto.
La prensa internacional alarma de la deuda en Grecia y de las posibles consecuencias que ésta puede ocasionar a los sistemas bancarios de otros países como España, Irlanda, Portugal y Reino Unido.
Se respira crisis, las multitudes salen a la calle casi cada semana (ya llevan un total de siete huelgas generales este año) y la imagen del país se ve perjudicada alrededor del mundo.
A principios de mayo, una de esas manifestaciones terminó de forma trágica. Tres banqueros perdieron sus vidas en sus puestos de trabajo a causa de un incendio provocado por los manifestantes. El grupo terrorista griego Secta de Revolucionarios ha llegado incluso a amenazar a Grecia y verla como posible “zona de guerra”.
Todo ello lleva al país a un sufrimiento constante y se habla ya de la pérdida de turismo.
Pero estoy en Atenas y estoy de maravilla, rodeada de una masa de turistas de lo más variada. Además, se respira más seguridad que en otras capitales europeas. Los griegos te reciben amablemente, les encanta conversar con los extranjeros. Las razones para visitar la ciudad de Atenas son infinitas: festivales de música y cine para todos los gustos, sabor mediterráneo, playas e islas paradisíacas, historia y cultura únicas…
La obligación de cualquier turista es subir a la parte más alta de la ciudad, pagar 12 euros y empaparse de la antigua civilización griega. La verdad es que no tiene precio contemplar la ciudad desde la Acrópolis y hacerse fotos en su Parteón. Yo he cumplido, a continuación mi demostración. Olvidémonos un rato de la crisis.
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