Sin eÑe: London calling

London calling

Hay días que no sabes qué escribir, hoy es uno de esos. Pero tengo un motivo, lo puedo justificar. Esta mañana he salido sin ningún plan, me he dejado llevar. Londres es así, puedes callejear sin rumbo, siempre encuentras algo.
Esta mañana, después de un buen desayuno (me habitúo rápidamente a las costumbres del país que visito) he decidido bajar en Tottenham Court Road, por lo que he terminado haciendo la visita obligada al British Museum (entrada gratuita).

Puede quedar pedante, lo sé, pero todo me ha parecido muy reciente. El British Museum tiene joyas de todo el mundo, excepto británicas. Espacios y departamentos dedicados a la antigua Grecia, al antiguo Egipto, a la Roma imperial…. Hay que reconocer que sus colecciones mundiales son asombrosas, pero claro, acabo de llegar de esas tierras. Me resultó más atractivo ver las piedras en su lugar de origen. Aunque estoy segura de que muchas de ellas ya se sienten completamente british. Este debe ser el caso de la Piedra Rosetta. Sinceramente, creo que si le preguntas, ella te dice que nació en el Reino Unido… Yo no le he preguntado nada y he salido a los 40 minutos del gran edificio para dirigirme a un lugar auténticamente british, el Covent Garden. En su Piazza siempre hay algún espectáculo del que gozar. Yo y unas 150 personas más (eso es lo que he calculado), nos hemos dejado entretener por un mago más que gracioso. Después me he comido una crepe de chocolate. Es algo inherente a la visita, si vas a Covent Garden terminas comiendo algo dulce. De hecho, ahora que lo recuerdo, podría decir que este antiguo mercado victoriano huele a chocolate. Podría oler a muchas otras cosas, pues es un mercado repleto de boutiques, restaurantes, pubs, patios interiores… pero no huele a nada de eso.

Y como buena mujer que soy, no me canso de los mercados ni de las tiendas. Así que tiro porque me toca y me planto en Camden Town, distrito famoso por albergar uno de los mercados más extravagantes de Londres. Cybers, punkies, góticos, rockabillies, poppies, rastafaris y personajes excéntricos pasean por sus calles de todos los colores. Camden Town es un escaparate de combinaciones imposibles. Como el álbum de la banda británica The ClashLondon Calling“, una mezcla de estilos únicos.

Una de las tiendas que sorprende al turista es Cyberdog, de estética cyberpunk. Esta tienda que parece una nave espacial tiene dos plantas dedicadas a ropa y complementos fluorescentes, está llena de luces y flashes y una música trance a todo volumen te hace “flipar”. No vengas aquí con dos copas de más, seguro que crees estar en un after.



Después de la fiesta en Cyberdog y cansada de tanto turista, el Underground me ha llevado hasta un Liverpool Street repleto de ejecutivos tomando su merecida cerveza de fin de jornada. He continuado mi paseo hasta la zona de Brick Lane, y, no cansada todavía de tiendas, he entrado en varios locales vintage. No deja de sorprenderme que una prenda de segunda mano y descolorida te valga el doble que una nueva. Pero, así es la moda, incomprensible.

Entonces me he indignado y he decido parar de mirar tiendas. Uno de los restaurantes más curiosos de la zona de Brick Lane es el Rootmaster, un “Bustorant”, como lo llaman ellos, pues es el típico autobús británico habilitado como restaurante. The Vibe Bar tiene las mejores butacas de la zona e invita a relajarte mientras escuchas música en directo. Una buena de forma de terminar tu día en Londres.



Por cierto, suerte que no sabía qué escribir. Menudo rollo.

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